jueves, 9 de enero de 2014

Menores no acompañados

ATLAS DE LA INMIGRACIÓN MARROQUÍ EN ESPAÑA 423

Los menores no acompañados: El caso de Ceuta y Melilla


Mercedes Jiménez

              El nuevo fenómeno migratorio de los menores no acompañados de origen marroquí en España es especialmente complejo en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Numerosos organismos internacionales como Amnistía Internacional1, el Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas2, Human Rights Watch3 y recientemente la Comisión de Derechos Humanos4, así como asociaciones y ONGs estatales y locales como SOS Racismo5, Escode6, MSF7, Comisión de Migraciones de la Diócesis de Cádiz y especialmente Prodein8, han denunciado la expulsión sistemática de niños y niñas marroquíes a modo de reagrupaciones familiares, sin el debido proceso legal, sin un estudio en profundidad de la situación familiar en Marruecos y sin la adecuada asistencia letrada. También han denunciado los malos tratos a estos menores por parte de la policía española y marroquí, el trato discriminatorio que reciben algunos de estos menores en los centros de acogida, los problemas para la escolarización normalizada y el abandono en la calle, sin ningún tipo de atención y sufriendo situaciones que vulneran sus derechos fundamentales.
                Ceuta y Melilla, son ciudades fronterizas caracterizadas por el intenso flujo de personas que diariamente cruzan desde las ciudades marroquíes vecinas. Esta permeabilidad permite la entrada a los menores de muy diversos y peligrosos modos: por las alcantarillas, por el monte, escondidos entre la mercancía, bajo los autobuses de pasajeros, sobornando a la policía, etc... Los medios de comunicación han sobredimensionado este fenómeno y han ido consolidando la idea de “avalancha”. Es complicado determinar el número exacto de menores no acompañados en Ceuta y Melilla a falta de un sistema ajustado a la movilidad de este colectivo. Según MSF9 en el año 2002, eran 125 los menores que se encontraban en Ceuta (en instituciones o en la calle). Este número nos viene a confirmar la idea de la no correspondencia entre el volumen de menores y la alarma social creada.
                Según los informes antes citados, los menores marroquíes proceden de la periferia de las grandes ciudades y de las zonas rurales más deprimidas cercanas a ambas ciudades. La mayoría proceden de familias rotas y con problemas graves de exclusión social o son menores “de la calle” en Marruecos, es decir, que han hecho de la calle su modo de vida. Estos chavales abandonaron muy pronto el colegio para comenzar a trabajar en condiciones pésimas o incluso nunca estuvieron escolarizados. Llegan a Ceuta y Melilla para conseguir algo de dinero en actividades propias de la economía informal o mendigando y para cruzar a la Península. La edad media oscila entre los 13 y los 16 años, pero hay menores que llegan con tan sólo 8 años. Tres son las situaciones en las que se pueden encontrar: menores que cruzan para trabajar diariamente, los que están en instituciones (centros de acogida) y los que están en la calle. Tenemos que destacar que principalmente son chicos, pero nos encontramos con chicas trabajando en el servicio doméstico, en régimen de semi-esclavitud o en la prostitución, situación especialmente vulnerable e invisibilizada. Especialmente complicada es la situación
de los menores que sin haber estado tutelados cumplen 18 y se quedan en la calle “enquistados” sin expectativas de futuro.
                En Ceuta, en 1998, algunos miembros de la Policía Local denunciaron actuaciones inadecuadas de sus propios compañeros. Como consecuencia de estas denuncias, en el informe del Defensor del Pueblo de 1998 nos encontramos una mención sobre las actuaciones con estos menores. A raíz de estas primeras denuncias se promueve la creación de recursos específicos para estos menores que actualmente son insuficientes debido al trato dispensado, a las carencias en los proyectos educativos y a la limitada oferta de plazas.
                En Melilla, en octubre de 1996, empiezan a surgir las primeras voces críticas con la situación del menor marroquí en la calle y se crean asociaciones de defensa de los derechos de la infancia. Como consecuencia, las autoridades iniciaron campañas de sensibilización,
convenios de colaboración con asociaciones y, en definitiva, mostraron una mayor sensibilidad ante la nueva problemática.
                Tras la firma del Acuerdo de Repatriación de menores entre España y Marruecos y tras la Instrucción 3/2003 del Fiscal General del Estado, que permite la expulsión en frontera de los menores con 16 años alegando que están en situación de emancipación, los menores que están en Ceuta y Melilla son el colectivo más perjudicado.


El problema de los menores no acompañados sigue vigente en estos últimos años. Estos niños se ven en la necesidad de pasar la frontera solos y enfrentándose a muchos peligros ya que no tienen ningún recurso para sobrevivir, ni familia que les quiera y cuide. Van en busca de una vida mejor,  encontrar algo que les ayude a vivir de una manera más digna, porque  si no hacen esto  ¿qué clase de vida les espera?  Una vida de robos, de malvivir, e incluso puede esperarles la muerte.
La actuación por parte, tanto de la policía marroquí como de la española es pésima, nadie tiene derecho a pegarle a nadie y menos a unos niños que no tienen nada y que solo intentan sobrevivir, es denigrante ver las imágenes en los medios de televisión y ver como la policía es capaz de dañarlos y tratarlos de dicho modo.
He escogido esta noticia ya que creo que hay poca gente que sepa algo acerca de este tema, en la cual me incluyo yo. Este es un grave problema que es necesario solucionar.  El primer paso es conocer la situación de estos menores y concienciar a la población acerca de la situación en la que viven y las circunstancias que han hecho que lleguen a España. La sociedad debería hacer algo, tratar de proporcionarles ayuda a estos menores, dar subvenciones y crear más infraestructuras destinadas a la ayuda de estos niños, ofrecerles un lugar donde vivir una vida digna.  


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