Cenes de la Vega (Granada) 1994. Infanticidio por celos.
Antonio Molina dispuso de esa oportunidad para dar un nuevo rumbo a una existencia que se torció demasiado pronto: en 1994, con 14 años, y movido por los profundos celos que sentía hacia su hermanastra Nerea, de 6, arrojó a la niña a una acequia en Cenes de la Vega (Granada) y la dejó ahogarse sin mover un dedo.
Se habló entonces de su carácter irascible y de una infancia difícil junto a un padre separado que le maltrataba sin contemplaciones. El juez Emilio Calatayud, famoso por la ejemplaridad de sus sentencias, decidió su ingreso en un correccional, donde permaneció dos años.
Tras salir, Antonio regresó a su casa. «Volvimos a saber de él en abril de 2001 –explica Carlos Morán, periodista del ‘Ideal’– cuando asesinó a tiros a dos hombres e hirió a otro de gravedad en un tugurio de Granada». Allí estaba, acompañado por su padre y un hermano, liándose a tiros tras una discusión por medio gramo de cocaína. El tribunal ya no fue tan benevolente y le sentenció a 42 años de cárcel, que sigue cumpliendo. Es uno de los casos que le siguen doliendo a Emilio Calatayud: «La Justicia de menores y la sociedad fracasaron», lamenta.
Jaén 1998. El crimen del olivar.
En 1998, Enrique Cornejo y Antonio Aguilar, ambos de 16 años, violaron y cosieron a puñaladas a Antonio Carrillo, de 11, en un olivar a las afueras de Jaén, y acabaron de rematarlo aplastando su cabeza con un bloque de hormigón. Los investigadores centraron sus pesquisas en el círculo de amistades del niño –como él, vecinos de un barrio marginal– y rápidamente dieron con los autores del crimen.
No quedaron claros los motivos. Lo único que se pudo confirmar es que Antonio Carrillo acompañó voluntariamente a sus verdugos hasta el lugar donde encontró la muerte. Fueron condenados a 16 años de cárcel que, al final, se quedaron en cinco. Cumplido el plazo, el rastro de Antonio Aguilar se evaporó. No así el de Cornejo, que ya durante el internamiento protagonizó la única fuga que se ha registrado en la prisión provincial de Jaén II –de ‘máxima seguridad’–. Tras quedar libre, amplió su historial con un intento de robo en un almacén –donde días antes había ido a pedir trabajo, como matiza Juan Esteban Poveda, del ‘Ideal’ de Jaén–, y un atraco a punta de navaja fechado en 2006 y que le llevó de vuelta al penal.
En opinión de César Carazo, abogado de la acusación, la Ley del Menor no tiene sentido en casos así. «Uno de los dos chicos tenía ya 17 años. Entre la tramitación del procesamiento, la sentencia y el recurso de apelación, cuando la medida entra en vigor él ya es mayor, pero le meten en un centro de menores, y eso que los forenses lo calificaban de psicópata. A lo mejor la idea de la ley de redención y reinserción es buena, pero en la práctica es utópica porque no se cuenta con los medios necesarios para poder aplicarla de forma eficaz»
San Fernando (Cádiz) 2000. Matar para ser famosas.
El crimen de la katana sirvió de inspiración a un par de muchachas de San Fernando (Cádiz), que unos meses después decidieron matar a alguien «como experiencia y para ser famosas». Raquel Carlés e Iria Suárez, de 16 y 17 años, aficionadas a los temas esotéricos y los juegos de rol, buscaron una víctima al azar en un centro comercial. No la encontraron, pero eso solo retrasó la tragedia: dos días después atrajeron hasta un descampado a una amiga del instituto, Clara García, de 16, a la que asesinaron con las 32 cuchilladas que Raquel le asestó mientras Iria la sujetaba. «Lo más terrible es que no hubo razón ninguna», recuerda José Antonio Quintana, abogado de la familia de Clara. «No había envidia... Nada».
Fue el primer gran juicio con que se estrenó la Ley del Menor, con la que se decidió que permanecieran ocho años encerradas y cinco en libertad vigilada. Salieron a la calle en 2006, bastante antes de lo previsto en la sentencia. Iria fue trasladada a Orense y allí estudió Psicología por la UNED. Su familia se marchó también a Galicia para estar con ella. A Raquel la llevaron a Madrid, donde se especula que sigue trabajando como peluquera.
Fuente: http://www.hoy.es/20120429/mas-actualidad/sociedad/menores-asesinos-201204290007.html
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